¿Qué es una inhumación o entierro?

En nuestra sociedad, el destino tradicional de una persona fallecida ha sido la inhumación. Es decir, el entierro de los restos mortales del difunto después del correspondiente velatorio y funeral.

¿Qué implica la inhumación?

Al fallecer un ser querido, una de las primeras decisiones que debemos tomar es qué hacer con su cuerpo. Optar por la inhumación o el entierro tradicional implica esencialmente que deberemos buscar un espacio donde reposen sus restos, y qué deberemos abonar un dinero por su compra o alquiler.

¿Dónde se realiza una inhumación?

Cada municipio tiene un cementerio, en el que podemos decidir enterrar a nuestros seres queridos. Estos recintos nos ofrecen diversas opciones para la inhumación, desde un nicho a una tumba, panteón o mausoleo.

Estos espacios para la inhumación pueden alquilarse por años o ‘adquirirse’, aunque se trata de concesiones administrativas de bienes de dominio público por un determinado periodo de años. Hay que tener en cuenta que, si hay el espacio necesario, en cualquiera de estos tipos de tumbas puede enterrarse a más de una persona. El único requisito es que, si no se trata de un panteón o tumba, hayan pasado dos años desde la última inhumación.

La inhumación y el cristianismo

La principal razón para que la inhumación haya sido el destino tradicional de los restos mortales de un fallecido es la tradición cristiana. La influencia de esta religión fue clave a la hora de ver la inhumación como un respeto al cadáver y como una costumbre de origen judío a mantener.

Además, la doctrina del cristianismo sobre la resurrección de la carne también hizo que la iglesia se inclinara inicialmente por el entierro del cuerpo, en lugar de la cremación. De todos modos, la evolución de la sociedad ha hecho que la incineración y posterior inhumación de las cenizas sea una opción aceptada por la mayoría de católicos.

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